Es una expresión metáforica, en donde Tener hambre» significa tener necesidad. Se asocia con «tener sed» (pasión interior); el hombre que ha nacido de nuevo tiene hambre y sed de justicia, las cuales han sido dadas por Dios. Esta hambre y sed continúan a través de toda la vida del creyente. Continúa teniendo hambre y siendo saciado; y teniendo hambre y siendo saciado. Dios suple todas sus necesidades.
"mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna." (Juan 4.14, RVR60)
En el lenguaje común la palabra “justicia” recuerda el respeto a los derechos humanos, la exigencia de igualdad, la distribución equitativa de los recursos humanos, los organismos llamados a hacer respetar las leyes.
Pero debemos anhelar sobre todas las cosas la justicia que es darle a cada uno lo que se merece.
Ahora bien nuestra medida debe ser Cristo. El hambre y la sed recuerdan las necesidades elementales de cada individuo, símbolo de un anhelo profundo del corazón humano nunca plenamente saciado.
El hambre del hombre es hambre de Dios, el único que puede saciarle plenamente, es Dios
San Agustín dijo: “Nos has hecho para ti y nuestro corazón no tendrá descanso hasta que no descanse en ti”
El mismo Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba”
Justicia en el sentido bíblico, significa, por tanto, vivir en conformidad con el proyecto de Dios sobre la humanidad: la pensó y la quiso como una familia unida en el amor.
"No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor." (Romanos 13.8-10, RVR60)
El hambre asume ahora otra forma. El hombre perdonado y justificado desea ahora ser justo en su conducta, y en su lenguaje, y en su pensamiento: desea vehementemente ser justo en su vida entera. Quiere ser caracterizado por la integridad, la amabilidad, la clemencia, el amor, y todo lo demás que participa en la conformación de una condición correcta de cosas hacia sus semejantes.
Por lo tanto es anhelar la justicia en este mundo, mediante la obra redentora de Cristo.
LA PROMESA ES: Porque ellos serán saciados. El ha prometido saciar nuestra sed, debemos vivir en ésta tierra anhelando la justicia divina, que es su gracia.
"mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna." (Juan 4.14, RVR60)
En el lenguaje común la palabra “justicia” recuerda el respeto a los derechos humanos, la exigencia de igualdad, la distribución equitativa de los recursos humanos, los organismos llamados a hacer respetar las leyes.
Pero debemos anhelar sobre todas las cosas la justicia que es darle a cada uno lo que se merece.
Ahora bien nuestra medida debe ser Cristo. El hambre y la sed recuerdan las necesidades elementales de cada individuo, símbolo de un anhelo profundo del corazón humano nunca plenamente saciado.
El hambre del hombre es hambre de Dios, el único que puede saciarle plenamente, es Dios
San Agustín dijo: “Nos has hecho para ti y nuestro corazón no tendrá descanso hasta que no descanse en ti”
El mismo Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba”
Justicia en el sentido bíblico, significa, por tanto, vivir en conformidad con el proyecto de Dios sobre la humanidad: la pensó y la quiso como una familia unida en el amor.
"No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley. Porque: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás, y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor." (Romanos 13.8-10, RVR60)
El hambre asume ahora otra forma. El hombre perdonado y justificado desea ahora ser justo en su conducta, y en su lenguaje, y en su pensamiento: desea vehementemente ser justo en su vida entera. Quiere ser caracterizado por la integridad, la amabilidad, la clemencia, el amor, y todo lo demás que participa en la conformación de una condición correcta de cosas hacia sus semejantes.
Por lo tanto es anhelar la justicia en este mundo, mediante la obra redentora de Cristo.
LA PROMESA ES: Porque ellos serán saciados. El ha prometido saciar nuestra sed, debemos vivir en ésta tierra anhelando la justicia divina, que es su gracia.